¡Justicia por Pamela, Roxana y Andrea, presentes ahora y siempre!

MAYO 2024

“Visibilizarnos cuando abunda la intolerancia sigue haciendo falta”.

Reflexión sobre el triple lesbicidio de Barracas por Inés Ripari*
*Redactora creativa en BI Universe.
 

15 de mayo de 2024
 

La semana pasada fue muy difícil. Para mí como lesbiana fue quizás la más triste desde que asumió el nuevo gobierno. Espero que ya se hayan enterado porque si no el cerco mediático habría ganado: en la madrugada del lunes 6 de mayo un vecino atacó con una bomba casera a cuatro lesbianas que dormían en la misma habitación de un hotel en el barrio porteño de Barracas. El lunes falleció Pamela; el miércoles, Roxana; el domingo, Andrea. Sofía sigue hospitalizada y lucha por salir a una vida donde ya no está su manada. Cuesta decirlo y escribirlo, pero hace falta hacerlo las veces que sea necesario para no caer en el olvido. Si hay algo que aprendimos en estos meses es que la memoria colectiva es un músculo frágil. Hay algo más que aprendimos: el odio es como un virus, se expande y, si no se lo frena a tiempo, mata.

 

No es libertad, es odio

Cuando una persona o un grupo de personas son atacadas por su pertenencia a un determinado grupo social o minoría hablamos de “crimen de odio”. ¿Por qué decimos que la masacre de Barracas entra dentro de esta categoría? Porque Justo Fernando Barrientos, el agresor, las quemó por ser lesbianas. Según los testimonios de las personas del barrio que declararon, las venía hostigando por su identidad hace tiempo.

El viernes pasado, durante la concentración que se hizo frente al Congreso en repudio del hecho, se escuchaba: “Esto no es libertad, es odio”. Esta consigna resonó durante todas las movilizaciones en las que estuve. Fue lesbicidio. No hay dudas. Pero, ¿cómo hacemos para digerir tanto dolor entre tanto cinismo?

 

Es difícil no asociar la crueldad de este hecho con los discursos de odio. Parecía que ya estábamos en otra, que la visibilización de nuestras identidades había colaborado con cierta “normalización” de nuestras vidas en sociedad (aunque en definitiva esté hablando de las identidades más privilegiadas dentro del colectivo LGBTIQ+. Nota de autora: comparto el resultado de un informe de la realidad de lesbianes de todo el país a cargo de la Asociación Lesbianas Proyecto Federal). Pero, cuando el gobierno no contiene tu lucha y deslegitima la importancia de tus derechos, avala la violencia. No queremos volver a escondernos, tampoco queremos victimizarnos. Queremos vivir en paz.

 

El cerco mediático y la viralización del odio

En tiempos más reaccionarios que reflexivos, aparece un ataque tan demoledor y complejo como este. ¿Cómo puede pensarse desde la comunicación? Se dijo mucho en estos días que si en vez de lesbianas pobres que vivían en Barracas eran mujeres cis heterosexuales de Palermo, la noticia hubiera estado en los grandes medios desde el primer día. Sin embargo, hasta que nos enteramos de la muerte de Andrea –triple lesbicidio– una semana después, el cerco mediático era total. Los primeros siete días eran solo los medios con un enfoque LGBTIQ+ quienes cubrían la noticia. Nos seguimos hablando entre nosotres: otra pata de este problema.

Los seres humanos somos bocas que repiten lo que otras bocas dicen. Las palabras construyen realidad. Las palabras son acciones: importan. Quienes gobiernan este país y su gente se hacen virales diciendo que la homosexualidad es “una conducta insana y autodestructiva”, asocian nuestras formas de vivir con tener piojos y prohiben el lenguaje inclusivo y la perspectiva de género en el Estado, una herramienta que para muches de nosotres es una bandera de nuestra propia identidad. Patologizar, decir que es contagioso, prohibir. No es joda. Marcar un camino de exclusión, crueldad, saña. No es joda. Es una elección consciente y, a mi modo de ver, perversa.

“Lesbiana, lesbiana, lesbiana. Decirlo tantas veces como las que se lo calló”. Esta frase de la poeta Macky Corbalán, referente y militante del lesbianismo, dio vueltas en estos días. ¿Por qué hay que seguir mencionándonos? Quienes me conocen saben que siempre digo lo mismo: en un mundo ideal podríamos atomizar el género y ser “personas”. Lo que pasa es que todavía estamos en las antípodas. Escuché muchas veces la frase: “Hagan lo que quieran pero por qué necesitan etiquetas para todo”. Y, bueno, porque visibilizarnos cuando abunda la intolerancia sigue haciendo falta –mucha más de la que imaginábamos–.

 

¿La empatía se contagia?

Es una pregunta que me vengo haciendo hace un tiempo. Voy a citar algo de lo que escribí en un posteo de Instagram el jueves. Hay gente que piensa que las personas que viven en la calle están ahí porque quieren. Hay gente que piensa que el deseo puede enclosetarse y camuflarse de otra cosa. Hay gente que odia con un odio visceral y desconoce la empatía –en criollo, la conciencia social–. ¿La sensibilidad por la existencia de otres puede aprenderse?

Ayer nos movilizamos a la puerta del hotel donde vivían Pamela, Roxana, Andrea y Sofía, en Barracas. Cubrimos la calle Olavarría de punta a punta. Hacía mucho frío y la tristeza cargaba el aire de una densidad sofocante. Éramos cientos de personas reunidas para construir un altar, pedir justicia, intentar darle forma a un duelo colectivo.

Necesitamos que esto se difunda y que el repudio no sea solo nuestro. Este no fue un hecho aislado y depende del compromiso de toda la sociedad que no se repita. Sumate a compartirlo con alguien más. No importa que no seas de la comunidad LGBTIQ+. Si podés explicarle a alguien algo de todo esto y contagiar empatía, hacelo.

 

Apañe colectivo

Se están recaudando fondos para Sofía, la única sobreviviente a la masacre, y para los gastos del entierro de Pamela, Roxana y Andrea. Te compartimos la información en caso de que quieras colaborar.

Alias de transferencia: ACIVIL.NIUNA.MENOS
Asunto: lesbianas (Si no te deja escribir el asunto, elegí la opción "varios")
CBU 1910027855002701341732
Número de cuenta corriente 191027013417/3
Si querés enviar tu comprobante, hacelo a  autoconvocades.asamblea.federal@gmail.com

 

Que no les falte nada más a quienes les quisieron sacar todo.
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