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Seremos vistas, pero no escuchadas
OCTUBRE 2024
“¿Veo mal yo de lejos o no hay ninguna mujer?”
Un análisis sobre la participación de las mujeres en programas de radio y streaming por Julieta Troncoso*
*Directora general en Bi Universe. Especialista en comunicación corporativa.
Seremos vistas, pero no escuchadas:
¿Dónde están las voces femeninas en radios y streamings?
Los lunes en la agencia es nuestro “día de oficina”. Nos encontramos, nos morimos de risa y, como si fuera poco, en el último tiempo sumamos una sana tradición: almorzar picada con torta de chocolate blanco de postre. Vivimos que se podría decir un día FELIZ.
Este lunes no empezó así. Venía en mi ruta de siempre por la 9 de Julio Sur cuando me crucé con este cartel, que luego iría viendo en mi camino hasta Núñez en varios dispositivos de vía pública:
Inmediatamente lo comenté en nuestro grupo de WhatsApp. ¿Veo mal yo de lejos o no hay ninguna mujer? ¿Esto quedó pegado de 1995 o es nuevo? Entonces pensé en ese meme racista que dice “Los chinos son todos iguales”. ¿Qué dirían “los chinos” si vieran a estos 8 varones blancos IDÉNTICOS entre sí? A los ojos de este bello cartel los varones occidentales son todos iguales.
Después, me encontré una vez más pasando por la sucesión clásica de etapas de un chisme:
1. Impactada
2: Opinando
3: Echando veneno
4: Pensando en quiénes somos para juzgar
El posicionamiento de este medio como una “radio para varones” es evidente. Indignada pero nunca tarada, pasé entonces a hacer el intento de pensar en este cartel desde una perspectiva comercial estratégica. De alguna manera les debe garpar, pero aún así creo –y sé- que hay un trasfondo mayor en todo esto.
Algo de datita
ONU Mujeres realizó un estudio sobre representatividad femenina en la sociedad que hace zoom en distintas disciplinas y cómo participan las mujeres de las mismas. Según este estudio, que abarcó un rango etario de 20 años y 114 países, sólo el 24 % de las personas que se escuchan, leen o ven en la prensa son mujeres. También existe un techo de cristal para las periodistas mujeres en los artículos e informes de la prensa escrita y la televisión: al año 2015, solo el 37 % de las historias eran de autoría femenina y esta cifra no ha cambiado en 10 años.
En nuestro país, históricamente, las radios fueron una especie de “Boy Bands”.
Basta con pensar en la antigua Metro, la primera Rock and Pop, o las AM como Radio 10 que en los 2000 tuvieron su momento épico lideradas en cada franja horaria por un señor –de derecha– en una especie de plano secuencia. Desde el famoso ¿Cuál es? de Pergolini hasta llegar a la versión late 2000 de Metro cuando, al entrar por la puerta de Conde 935, te impactaba con un gran cuadro de sus popes: Matías - Wainraich - Varsky - Andy.
Datos, no solo opinión
Cuesta pensar en nombres de mujeres, por fuera de la Negra Vernaci y Magdalena Ruiz Guiñazú, que llenaran esos espacios con el mismo protagonismo que los varones. Hoy podemos pensar en María O'Donnell, María Isabel Sánchez, Julieta Pink y algunos nombres más al frente de programas diarios, pero la cuenta es escasa y el ejercicio de entrar a ver las programaciones de radios en sus sitios web deja un sabor amargo (no lo intenten en sus casas).
Por su parte, los streamings con formatos de medios tradicionales tuvieron su auge en 2022 y desde allí no paran de crecer. Pero, ¿cuántos de estos canales tienen al frente de sus programas a mujeres? ¿Qué roles cumplen las mujeres que están sentadas en estos espacios? ¿Cuántos son los varones en posiciones de conductores o co-conductores? Basta mirar sus redes sociales para darse cuenta.
Después de la última gran ola feminista, la incorporación de las mujeres en espacios públicos como los medios o incluso las empresas empezó a darse como un casillero para llenar. Era casi obligatorio escuchar lo que estaba pasando en la calle, entonces aparecieron una o dos chicas por programa cumpliendo roles de reidoras, comentadoras, acotadoras, chicas del clima, el tránsito o locutoras de PNTs.
Como sucede con casi todas las disciplinas, en el periodismo y la comunicación, las mujeres también tenemos mayores porcentajes de matriculación y titulados en estudios universitarios, así como también mayores índices de “formación permanente”, es decir, continuar formándonos en nuestros estudios aún recibidas. Sorprende –o no– que sigamos subrepresentadas o relegadas a roles secundarios en espacios que deberían ser de opinión, conducción y entretenimiento.
Volviendo al principio, el cartel de Vorterix es la norma, no la excepción.
Entonces, ¿qué hacemos?
El estudio de ONU Mujeres mencionado anteriormente explica que “entre otros factores, los estereotipos y la considerable subrepresentación de las mujeres en los medios tienen un papel crucial en la formación de actitudes dañinas, de falta de respeto y violencia contra las mujeres”.
¿Qué quiere decir esto? Que todo tiene que ver con todo y, como decimos en Bi, todo comunica. El hecho de que no estemos en el cartel de vía pública de la radio, también. Y esto afecta luego en los tratos, la credibilidad que se nos otorga, las violencias y el respeto hacia nosotras.
Si la forma aceptada de informarnos y divertirnos en la radio es solo con varones, la construcción cultural o social que se imparte y se valida es esa. Y el subtexto se lee solo: las mujeres no entretienen, no informan, no son fuentes certeras de información y noticias, no causan gracia, no están. Siguiendo esta línea: las mujeres no tienen el valor necesario para ser escuchadas.
Como contrapartida, las redes sociales se inundan de creadoras de contenidos de todo tipo: de moda, de wellness, de maternidad, de fitness, de humor, de viajes, etc, etc y etc. Al mejor estilo de Carrie me pregunto por qué este sistema nos perpetúa en ser vistas y no en ser escuchadas.
Frente a este panorama un tanto desolador, creo que lo mejor que podemos hacer es ampliar nuestra perspectiva y desde nuestros lugares consumir contenidos más diversos e igualitarios. Salir de nuestros propios patrones repetitivos, cuestionarnos, elegir lo que consumimos a conciencia y pensar en qué cosas estamos escuchando y que otras podemos sumar.
Después de todo, no hay programación sin personas que la consuman. Mirá vos, el cartel de Vorterix sirvió para algo.
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